no sé si los árboles te recuerden
desnuda de alas
apoyando los pies sobre la tierra aún mojada
por las lloviznas de agosto
si las avenidas heladas de este invierno
o las calurosas arenas del verano
no sé si el río o el ferrocarril te recuerden
de ojos cerrados viajando en la penumbra
si esa costumbre de vos se me adhiere al pie izquierdo
como una invisible enredadera de plata
yo te recuerdo y es suficiente para tocar la alegría
del mismo modo que se tocan las campanas
para anunciar la noche/

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