ignoraban la baba del caracol
que deja en la paredes poesías traslúcidas
que sirven como espejo a las mariposas
ignoraban el banco de plaza al que alguien
una mano de varón o de mujer
talló un corazón que al tiempo burla y a la lluvia
ignoraban los viejos boletos de subte anaranjados
que señalaban alguna página en blanco
de algún libro de poemas
ellos ignoraban el olor ceniciento del mar nocturno
y los pescadores ahogados que volvían de noche
a escribir sobre la arena el nombre de los peces
y de la mujer que aún les latía bajo las escamas
ignoraban el número que fosforece en la piedra
y los pájaros violetas que se desprenden de la aurora
ignoraban la perilla con que se encienden los sapos
cuando el crepúsculo marino se traga los cielos
ignoraban que dormir de ojos abiertos
conlleva la ventaja de escuchar la noche
roncando detrás de las paredes
hasta que un golpe de suerte o una paloma fortuita
les dejó la boca abierta con barcos que besaban
y volvían sobre sus lenguas con salivas diurnas
donde las mariposas se sentaban a leerse poesías/

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