ella apoyaba su cabeza contra la ventanilla
los postes de la luz pasaban esquivando sus ojos
a su lado me hacía el dormido
por adivinar dónde
su mirada levantaba crepúsculos
y enterraba sombras que crecían desde la noche
el roce de un botón de su blusa me torcía la nariz
pero era maravilloso sentir el olor de esa madera
cosquilleándome en los pulmones,
si se sonaba la nariz yo recordaba el último invierno
en que el resfrío le dejaba en la boca el olor 
de las hojas que crepitaban oxidadas en la calle
una lagartija rosada me lamía el corazón cada vez
que el colectivo daba un salto
y su blusa se abría dejando al descuido
esos mínimos pechos donde uno sonreía a diario,
ella cerraba los ojos contra mi boca
y el viaje era una subversión de flores animadas
y dormíamos juntos esperando el silbato del día
cuando por fin llegábamos yo sentía que había viajado
unos cuantos kilómetros dentro de una cajita
donde ella guardaba papelitos de colores
y dos o tres palabras con que me salva la vida/ 

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