ese hombre no la amaba.
eso es todo cuanto puedo decirles.
se encargaba de asesinar por la espalda
la ternura de esa mujer.
de proponer el silencio como método de conversación
y el sexo como un trámite bancario
donde, a veces, alguna situación graciosa
advenía como llega una oleada de langostas en verano.
fui fiel testigo de los acontecimientos.
ese hombre no la amaba, eso es todo.
en las sobremesas era el monarca a quien se le debía
cortesía y admiración,
mientras esa mujer aceptó gustosa el vasallaje
el soberano fue un excelente demagogo;
bastaba una sonrisa para que ella moviera el rabo
como un animalito contento de salir a pasear;
la cosa empeoró cuando las alitas de esa mujer
comenzaron a aletear involuntariamente
y fue demasiado para el narciso monarca;
ese hombre alardeará sus pobres penas
y le dirá a Dios y a Mefisto que ella es mala
oh, mala!
no debe llamar la atención
eso es todo cuanto puedo decirles,
esa mujer era demasiado alta
por eso el monarca mandaba cotidianamente
decapitar sus tobillos/

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