acerca de mi bolso con libros ...

en la estación de Quilmes
me senté en un banco
a mis pies, mi bolso con libros de poesía,
hombres devorando panchos
sentados en altas butacas de madera
madres dándole las tetas a sus bebés
una parejita de adolescentes haciendo suyo el mundo
porque en la adolescencia el mundo tiene
las medidas exactas de la boca
luego el mundo se hace grande
y llegan los almanaques atestados de obligaciones
y llegan las flaquezas terribles de la billetera
había un chico despeinado
con el pelo duro
junto al molinete de entrada
usaba de muletas un par de palos de escoba
y ahí la poesía se me vuelve inútil 
y me pregunto qué diablos estoy haciendo
con tanta humanidad en el abismo
con tanta niña o niño para quienes la escuela
es un artículo de lujo,
soy docente y lo sé
hace unos años me crucé en la calle a un chico
que asistía a mis clases de literatura
y un día ya no fue
y al otro día tampoco
ni al otro
"por qué dejaste, Carlitos, de ir a la escuela?"
Carlitos sonrió con esa dulzura que los cuerpos
más maltratados suelen tener 
"porque no tengo zapatillas, profe"
le conseguimos zapatillas
pero tampoco fue al colegio
porque resulta que tampoco tenía comida
ni casa
y apenas sí conocía el día de su cumpleaños
aunque no estaba seguro de ello.
llegó el tren de las 12:45
lo abordé rumbo a City bell
con la cabeza apoyada en la ventanilla eléctrica
y en los puños cerrados sentía el frío intermitente
de las tiras del bolso
donde cargaba 200 libros de poesía
como un artículo de lujo/

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