pide cigarrillos, observa la caja registradora
de pronto cae en la cuenta que sería
realmente sencillo golpear al empleado
con el Moby Dick que guarda en su bolso
y hacerse del dinero y salir corriendo
y sentarse chinito en la esquina de cualquier calle
y tomar cada uno de aquellos billetes
y hacer barquitos con la cara de esos próceres serios
apoyar los navíos sobre la débil corriente de agua
y ver cómo ese pequeño río arrastra la colorida flota
hacia la alcantarilla donde las ratas deliberan
un nuevo contrato social/
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