si te quedás tendida así sobre este mundo
y te dejás tocar la frente por el rayo de la noche
y decís mi nombre creyéndome ausente
comprenderé de pronto que me has olvidado,
debo ser testigo del hecho
debo recoger con mis manos ese día
apoyaré mi oreja en tu boca
y solo cuando tu voz de viento cálido
me toque los huesos con aquella certeza del olvido
es decir, cuando yo sea testigo del destierro
ahí podré recoger mis alas del suelo
como quien levanta aturdido sus propias muletas/

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