la comida recalentada en la olla
el olor a papa y aluminio por la casa
va descosiendo las teclas de la luz
espanta de hambre los picaportes
el olor de la zanahoria golpea los clavos
del techo y se levantan las chapas
que van a enredarse directamente
con las nubes y allí quedan como
barriletes plateados reflejando el sol
del mediodía, la abuela llama a los gritos
que vengan los hombres a comer
y el arroz humea en los platos
Juan Pedro revuelve los colores con
su tenedor hecho de horas y de suertes/

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