Homo Videns ...

encendemos el televisor
buscamos el canal de las noticias
nos apoltronamos en el sillón
a nuestra diestra el vaso con jugo
el control remoto -amo y esclavo 
de nuestras noches- a la siniestra
el resumen de la jornada
nos deleita las papilas de la piedad
nos enciende los velones de la ética
nos pone en la boca la palabra dura
allí están nuevamente los asesinos
nuestros actores preferidos de la realidad
mataron robaron incendiaron
y dónde estaba el señor policía?
y dónde los fiscales y abogados?
y dónde el Héroe de la última dictadura?
y dónde los perros de furia atlántica?
y nuestra moral repite "ah, tres hombres
ultimados en la calle, tres hombres, ah!"
pero como el espectáculo de la sangre
debe continuar para deleite del espectador
un joven operario, iluso, selecciona
esta nota: en el norte, el ejército de la nación
-de cualquier nación- reprimió una huelga
de obreros -cualquier huelga de obreros-
saldo: siete muertos, 25 heridos;
en el sur, una manifestación docente
terminó con tres muertos luego de una 
paliza policial con bastones y gases pimienta, 
y parecieran que esas otras muertes
no tuvieran el mismo peso
cómo murieron?
cómo es posible?
acaso no estaba allí el señor policía? sí, sí, estaba!
acaso los perros furiosos no estaban? sí, estaban!
acaso los héroes de la anti subversión faltaron a la cita?
no, no faltaron, estaban allí, justamente allí.
pero esos muertos parecen muertos de susto
y los muertos de susto 
no despiertan la cólera del espectador 
-ese Aquiles ciego- y a mitad de noticia
se aprieta el botón gris del control remoto
y mientras se sorbe el jugo de naranjas
ya el alma -cuya indignación borró su fuego-
comienza a alegrarse con los coloridos atuendos
de los bailes de carnaval/
afuera una gota de lluvia anuncia la tormenta. 

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