Agustín J. Piñeyro ...

entraba apenas 
de costado 
en la abadía del Carmen
tiraba piedras al estanque del abuelo
arrancaba dos o tres camelias de la abuela
y orinaba religiosamente los huevos de los sapos
luego creció
se marchó a la ciudad de Rigoventris
donde continuó su jerga de avestruces desvaídas
conoció a una mujer
que le puso los puntos sobre las íes
y desde allí volvió para juzgar
a los vivos y a los muertos/

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