la Ausente ...

hay hombres enamorados de la Ausente.
esgrimen corazones que chorrean bilis de ballena
juegan a las cartas esperando la voz del naipe
sueñan despiertos con el momento exacto
en que la Ausente apriete sus nudillos contra sus camas
y le obsequien aquello que Apolodoro nunca tuvo.
la Ausente se torna más linda en la memoria
se apacigua más sana en los huesos del ayer
se promulga insensata en el paladar de las antorchas
y se desnuda más joven en cuanto adviene un rayo.
los hombres enamorados de la Ausente
se babean sentados en los asientos de los aviones
se calzan los zapatos en las orejas
tosen mariposas se resfrían de ternura y de ansia.
la Ausente, mientras tanto, fríe un huevo en la sartén
saluda en la mejilla al frío hombre que sin amarla
ha tenido la dicha innecesaria de haberla hecho para sí.


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