ejemplo número 16.903 de cómo gestar un poema ...

tomemos una palabra al azar
una cualquiera
el sustantivo "comadreja" por ejemplo
nos viene como anillo al dedo
qué haremos con ella?
lo primero es lo primero: olerla.
si usted no huele las palabras no conoce el idioma.
y cada una posee un aroma peculiar.
ahora, aclaremos esto: lo que la palabra denota
no tiene relación alguna con su aroma.
ejemplo expeditivo: la palabra paloma no huele a paloma
la palabra paloma huele a chupetín de manzana;
la palabra vagina huele a la madera de los postes de luz;
las palabras postes de luz huelen a hombre recién bañado;
aclarada la cuestión, proseguimos.
estábamos con la palabra "comadreja".
la olemos: snif snif snif.
no hay lugar a duda alguna: huele a esas maquinitas
expendedoras de ositos de peluche procedentes de China
o de India
o de cualquier país asiático donde existan 
trillones de niños y de jóvenes y de niñas y de mujeres pobres
que hacen fila en las puertas de los talleres
para que el hambre no los devore como el ratón al gusano.
pero sigamos con el poema.
luego de olerla usted debe lamer esa palabra
porque sabrá que solamente luego de haber olfateado y lamido
la húmeda textura de la palabra
esta le pertenece.
solamente cuando usted ha apoyado su nariz y su lengua
en la verticalidad líquida de una palabra
esa palabra es suya.
cuando usted sabe a que huele es suya.
caso contrario 
usted nunca en su asiática existencia ha sabido pronunciar un nombre.

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