estaba terminando el siglo XX
y yo andaba sin laburo
con un título secundario bajo el brazo
que adjuntaba a un CV hecho a máquina
y que dejaba en estaciones de servicio
en heladerías
en tiendas de ropa.
así fui cadete, heladero, playero,
vendí teléfonos celulares, cámaras de fotos,
y esas mascotitas electrónicas 
a las que había que alimentar
para que no te despertaran a las 3 de la mañana;
vendí moños, perfumes pseudoimportados;
y estaba terminando el siglo y 
fui a una reunión de filtros para el agua potable.
éramos como treinta aspirantes
en el vigésimo piso de un edificio de capital federal,
y al frente dos hombres ataviados con 
sendos trajes y corbatas y zapatos donde uno
podía mirarse los dientes explicaban el
funcionamiento de los filtros, los precios,
los repuestos y a mí la panza me hacía ruido.
había viajado más de 50 km con un té encima.
y hablaban y reían y nosotros aplaudíamos porque
queríamos ser exitosos como ellos.
de pronto llegó el milagro: uno de ellos dijo
que veía muchas caritas cansadas, con ganas de
desayunar y que en cinco minutos 
nos daban un break. yo entrecerré los ojos y
comencé a imaginar ese break: un vasito con jugo,
algún sanguchito de fiambre, un cafecito, algún
alfajorcito. y las tripas redoblaron sus tambores.
por fin pasó ese tiempo y el que había hablado
volvió a hacerlo: "bueno, salgan, les damos el break".
tenía muchas ganas de ir al baño, así que fui.
al salir observé que la mayoría de los aspirantes
estaban tomando un café, otros mordiendo una macita,
otros un juguito, un sanguchito.
caminando despacio me puse al lado del coordinador:
para que viera que yo no estaba tomando ni comiendo nada.
como el ofrecimiento no venía, carraspeé y le dije:
"mirá, yo salí y fui al baño, a mí no me dieron el break".
el hombre me miró y dijo "break significa pausa".
comprendí de golpe todo. el hombre señaló un bufete y
dijo "ahí es donde se compran el café y las galletitas".
"ah" fue mi lacónica respuesta.
busqué una silla y me senté 
y maldije la lengua inglesa una y otra vez.
si mal no recuerdo semanas después renunciaba al trabajo.
no había vendido ni un miserable filtro de agua/


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