habrás dejado junto al río
tu voz hecha de arenas
y de arcillas
y habrás hundido
en ese lecho
semejante al aliento
de una ardilla
un cuerpo dócil y absoluto
pequeño como un punto en la nada
atroz abeja iracunda ciega e histórica
habrás olvidado acaso el patio
los gallineros
la grisácea ternura de la madre
o el impresionismo de la lluvia
tras los cristales
el harapiento ulular del aire que no
dejabas hundir en mis silencios
para que no creyera, por si acaso,
que era la ternura una ciudad en movimiento
habrás agujereado el testamento de flores
la barricada de lenguaje, el inerte dios,
por mi parte dejo que la ceniza
y la simbología de la ceniza
y la ceniza de la ceniza crezcan
enérgico remolino
en esta parte del mundo, en este ombligo,
donde el amor todavía pájaro/

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