una biografía suele estar
atiborrada de exageraciones
de cosas mezcladas
de arándanos y de fechas y de matrimonios
que no cierran
de parques nocturnos
de hordas de cangrejos que no vienen al caso
de lunáticas ninfas que se alimentan de sonetos
de olímpicas madres, de olímpicas hermanas,
del primer día en que la afable nota de un piano
despertó de la ensoñación al pequeño gran genio,
de paisajes y de aromos y de yermas nevadas,
de triángulos rectos
y de abanicos turcos
y de atavismos
y de algoritmos
y de pimpollos negros, aquello que no debía suceder
y sucede
esas palmaditas que se abren y se cierran
detrás de los azulejos donde los párpados
esconden años y esconden dinero
para pagar la última entrada al cine o esa
biografía insólita de una paloma que estuvo
siempre estuvo a un paso
de ensillar el cielo/

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