mi sombra se extravió un día
sin que yo lo notase.
mi cuerpo no se dio por aludido.
debió haber ocurrido durante algún temporal
durante alguna caminata junto al arroyo 
o quizá un mediodía al subir a un colectivo
el chofer ha cerrado la puerta
y la pobre se ha quedado del lado de afuera
haciéndome señas por la ventanilla.
extraño, seré honesto, su mímica circense 
copiando, laboriosa y lúdica, mis movimientos:
a veces miro con profana envidia
las sombras que se desprenden de los árboles.
una tarde intenté con una pala y un martillo
hacerme de la sombra de un álamo
que vive sus días a orilla de una laguna,
sin éxito alguno: aquella sombra se aferró
con dientes y uñas a la cáscara infame de su dueño.
andará perdida por los bulevares de la ciudad,
la imagino sentada en un banco de plaza
recordando las tardes en que de niños
andábamos en bicicleta sospechando que el mundo
era una cosa hecha para jugar y dormir.
la imagino recordando aquella vez 
en que estábamos tan solos
que la abracé contra mi pecho
y sin que yo llorase
ella dejó caer sobre la tierra
dos lágrimas que se abrieron como el escudo de una rosa/

No hay comentarios:

Publicar un comentario