pero entonces nos pesaban
los brazos grises de los días
éramos ceniza que gritaba desde un punto neutro
los sintagmas
que la lluvia deshacía, pero entonces
nos pesaban los anillos que el pasado
con vana voluntad labró para nuestros dedos
éramos diámetros de una luz que no alcanzaba
a iluminar los pies de la alegría,
pero entonces nos pesaban
los párpados
como si todo el paisaje circundante no fuese
otra cosa que estatuas iracundas
columnas de un templo denodado
donde tu sombra y mi sombra eran los cirios,
y sucedieron
las vidas de las vidas tras las vidas
se amontonaron detrás de tu alma mis despojos
y en mi boca tu lluvia poco a poco
fue engendrando ciudades violentas
peces que boxeaban en la noche/

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