hay ciertas palabras que ya no puedo decir
ni escuchar
ni leer
cuando aparecen me escondo de ellas
hacen que mis brazos se duerman
que mis piernas se duerman
yo no sé cuándo terminará de doler el lenguaje
cuándo las irreductibles abejas de la palabra
se tocarán satisfechas las mandíbulas y el estómago
y se retiren como sombras de muerte
en algún crepúsculo que ignoro
en alguna mañana que desconozco
hay ciertos aromas colores sabores que ya no puedo percibir
sin que se ciña sobre mi garganta una mano invisible
que asfixia y suelta, sádica y lúdica,
esto no debe sorprender a nadie
soy hijo de una raza que golpea la piedra y enciende el fuego
cuando esta lluvia de huesos y de clavos se calme
sé que podré volver a decir a escuchar a leer
ciertas palabras que hoy me dejan en el pecho
un paisaje agreste y dolido, un cementerio de pájaros,
una ciudad corroída por la peste
una fábrica donde decenas de máquinas golpean sin sentido
noche y día un color parecido a la lluvia,
y la vida se amontona detrás de mi cabeza
y yo volteo la mirada
y le sonrío 
y ella sonríe
y ambos sabemos que no es verdad/

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