me quedaban restos del día en las manos
por eso no podía adentrarme
en el bosque silencioso de la noche,

las raíces, los animales, la naturaleza celosa de sí,
todo me decía "no pertenecés acá, tenés esperanzas todavía";

sacudí mis manos
los restos del día,
aquella pálida luz que serpenteaba 
obstinada y débil
entre mis dedos: cayó a tierra.

ya nada quedaba.
NADA.

entonces fui aceptado en el bosque silencioso,
la noche, terrible y desnuda, me clavó en el corazón sus certezas,
sus amargas certezas,
sus verdades hechas de todo lo que el Hombre teme
de todo lo que el Hombre huye.

debí morir y morí.

debió mi alma solitaria vagar sola y extranjera las tierras de la locura.

pero volvió
sana salva 
con la sensible dureza de conocer ciertas zonas del universo infinito
reconocer ciertos rostros que la Angustia porta como máscaras.

solo después de haber perdido las esperanzas del día
de haber atravesado el oscuro y silencioso bosque de la noche,
puedo decir
tengo Alma y es mía,

TENGO ALMA.

en mi carne un dios inderrotable furioso y dulce deja sus armas al costado
y entona canciones que hablan de peces, de montañas y de ríos/ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario