sus ojos eran pozos de donde extraíamos el agua.
el loco Joe no se contentaba con beber o jugar a las cartas.
al loco Joe le encantaban las mujeres.
sobre todo las que olían a tabaco y a almanaques del 75.
pero estaba profundamente enamorado de Moby Dick.
arrojaba al mar trocitos de manzana
arrojaba al mar papelitos donde abundaba la palabra amor.
el loco Joe, estibador centroamericano, estaba enamorado
de la Gran Ballena Blanca y fumaba su pipa de marfil
y echaba al aire ninfas desnudas que se tocaban detrás de
los mástiles del Pequod. ah, el loco Joe no le hacía mal a nadie
a no ser que alguno hablara mal de la luna o de la ginebra.
tenía el paso largo y de costado y llevaba puesta siempre la
misma ropa, el mismo calzado. se bañaba dos veces por mes.
odiaba los libros más que a los arponeros, sin embargo,
cuando en el mar la noche era cerrada y los albatros parecían
espectros del demonio, el loco Joe sacaba de su bolsillo un
libro de versos y, asomándose a estribor, se los leía con dulzura
a su amada Moby. cierta noche, dejó su ropa junto a la puerta de
la sala de engrase, camino desnudo por cubierta y se arrojó al
mar. nunca sabremos, viejo y querido loco Joe, si la ballena
te trago y estás feliz allí ahora, en el vientre mismo de la cosa
que más amaste en este mundo o si tu cuerpo, todavía muerto,
todavía de ojos abiertos, camina el fondo de los océanos en busca
del amor/

No hay comentarios:

Publicar un comentario