estabas leyendo un libro
al pie de un árbol
tenías los ojos inclinados
y la boca dormida
me quedé un largo invierno mirándote
apenas aproximé mis manos
para entibiarlas en vos
levantaste la vista y no habías cambiado nada
seguías teniendo en la mirada esa lámpara encendida
ese dejo de alegre nostalgia
esa madera húmeda donde los pájaros hacen sus nidos
no recuerdo qué te dije
o si me contestaste algo
o si a esta altura el lenguaje humano es entre nosotros un pío pío
o el sonido de una hoja cayendo sobre el agua
o la inusitada rabia con que la miel desborda el infinito,
estabas leyendo un libro
y no quería interrumpirte
y me hubiera quedado esperando que por azar o por lluvia
dijeras algo parecido a mi nombre
y yo hubiera dicho algo parecido a tu nombre
y entonces los animales del cielo y de la tierra saltan
y se abre un ojo en las piedras
pero, creo, a fin de cuentas
que te quedaste callada
y me quedé callado
porque a veces es necesario no decirnos nada.
no al menos en este siglo/

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