podemos contemplar todavía esta ciudad.
verla crecer hacia arriba.
cada nuevo edificio me recuerda
la historia de Babilonia,
el origen de las lenguas, el peor y quizá
más sádico castigo: no comprendernos
que la palabra del otro sea solo un ruido
una piedra golpeando sobre otra piedra
una maceta cayendo de la ventana.
pero estoy hecho de colores
estoy vivo todavía
y me cuesta ocultar la jactancia de vivir
amén de la civilidad/

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