dejar la poesía sobre el cordón de la vereda.
dejarla como se deja una video cámara.
no decir sino lo que sucede.
que la palabra sea a lo sumo un zoom de la realidad.
que pasen por delante enamorados de la mano.
que pasen contrabandistas policías abogados
que pasen maestros astronautas perros desgreñados
pájaros que pasen automóviles con la VTV vencida
que pasen las hienas de la guardia urbana pobrecitos
que pase el periodista con su amante del brazo
el eterno hombre que junta los eternos cartones
el actor el melocotón el ciclista a fuego la niña saltando su soga
que pase el jovencito repitiendo el teorema de pitágoras.
la poesía ha de ser solo una cámara
una caja registradora de las disimetrías del mundo.
el poeta, a lo sumo, que le dé cuerda a la metáfora
y la deje andar como un rosado conejito por las calles/

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