si al enunciado "no le pongas las manos encima".
lo encontramos en un libro de Bukowski
de inmediato
sin siquiera poner en funcionamiento la máquina de interpretar
o de decodificar
o de deshollinar el texto
de inmediato, decíamos (el plural me permite esconder mi propio
punto de vista detrás de un ficcional "nosotros" y de este modo
no me hago cargo de lo que digo) le concedemos entidad poética.
ahora si el mismo enunciado,
a saber "no le pongas las manos encima" lo hallásemos
grafiteado en la pared de un baño público de hombres
inmediatamente sabríamos que se trata de una broma escatológica.

entonces qué hace que un verso sea un verso
y no una simple broma
o un burdo enunciado?

acaso el apellido del emisor?
acaso el soporte físico del enunciado?
acaso el público lector?

nunca se sabe.
o sí.
pero preferimos callarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario