entonces empezamos a socorrernos
a dejarnos a mano una sombra una maza
un candelabro un límite cualquiera un rincón
desprendimos las sendas peatonales
y las usamos de mantas
para no andar desnudos helándonos los huesos
bajo la noble apariencia del silencio encendimos una
palabra minotauro una palabra carne diente desidia
pero entonces salvaste el plural de la lluvia y
yo dejé de emancipar tu ausencia a golpes de
memoria y supiste entonces y sé ahora sé
que empezar a socorrernos fue el modo menos
laborioso de decir olvido herrumbre puerta que
fue de pronto telar donde nuestras manos
se rehuían y apenas sol/  

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