del sonido del faisán hambriento se
nutren los ángeles que no saben sino
operar encima de tractores grúas y
velas descocidas que se caen a pedazos cada
vez que Dios encuentra la excusa imperfecta con
que recibir las almas de los duraznos que terminan sus
días dentro de una pintura de Rudmall Jinson o por
qué no volver la vista hacia el sonido loco sonido del
faisán hambriento que genera con la fisión de su
sexo ciudades donde van a caer todos los chinos
devenidos americanos por esos azares del imperio y
no podemos dejar de nombrar al menos a la pasada
esas calaveras malsanas que se persignan a la
entrada de un Bingo... qué palabra detrás del
caballo estará lista para contener tu tristeza? ah,
viejo molino, viejo molino.
yo solo tenía en sus ojos un triángulo
una rosa atada a la pata de la mesa, a veces.

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