en la vereda de la Estación Sud
hay una garita para esperar el colectivo
dentro de la garita hay una casa
hecha de frazadas y de cartones
dentro de la casa hay un hombre
cuyo nombre es todos los nombres
junto a su cama se echa un perro
que le calienta el invierno
que le muerde el frío
y la poesía se pregunta por qué ese hombre
que es todos los hombres
no tiene casa sino garita
no tiene espejos sino semáforos
no tiene estufa sino escalofríos 
no tiene comida sino sobras
no tiene otra cosa que su cuero
entonces la poesía mira el almanaque
mira los altos edificios
mira terrenos deshabitados 
mira estantes llenos de comida
y la poesía no entiende
y el hombrecito no entiende  
y a la vieja estación llegan trenes
y bajan mujeres
y hombres
y niños
que se pierden en las entrañas de la ciudad
y ahora es noche y junto al hombre
el único perro que queda en el mundo se echa
y le calienta los pies
y el hombre tal vez sueñe
con un mundo donde él pueda
tener un nombre que lo nombre y lo redima/

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