del paraguas rojo sobre la mesada
de la puerta giratoria del Banco Sudamericano
me desdigo de la castellana lengua
y de los pájaros que duermen bajo el rocío
de Prevert
de la mirada arbitraria de la paloma
y de los árboles que caminan hacia el crematorio
del cementerio público de Tigualsinyú
me desdigo del silencio
y de la perra suerte del perro sin cola
me desdigo de la aurora impertérrita
de la media sombra que cuelga sobre el manzano
me desdigo de mi nombre
del abecedario
y de la parsimoniosa jirafa que mastica mi corazón/
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