a un costado de las vías
duermen los viejos vagones
la lluvia les cae encima sin metáforas
los devora dulcemente contra la noche
les deja en las ventanillas adjetivos numerales
furores de grises mastines
cenizas que insinúan la silueta taciturna de un viajante
anhelado fantasma
al otro lado de la calle la ciudad se ilumina
andan de un lado a otro del laberinto los automóviles
palabras le nacen del vientre al asfalto civilizador
en esta paciente estación cuelgan del techo
palomas que susurran apócrifas epifanías
acerca del amor o estos vagones que insisten
en borronear contra la lluvia
la voz
del viajante que sonríe/

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