Escribir un texto en un blog virtual, en una servilleta, en un muro de facebook o en un cuaderno de notas y compartirlo es un acto total de valentía. Mostrar a un otro esa parte esencial de nosotros es, desde toda perspectiva, un acto de humildad. Es convidar, como pan, nuestra lengua, nuestra sintaxis, nuestras ideas y cosmovisiones. Es también un acto de generosidad y de confianza hacia el otro. La escritura no debe quedar nunca relegada en cajones de viejos escritorios ni soportando el peso del silencio sobre su cabeza. La escritura es palabra y la palabra es, esencialmente, un bien social, compartido, colectivo. Puede ser articulada por un individuo en su soledad, en su ensimismamiento; pero aún así y todo la palabra no pierde jamás su entidad social. Felicito muy humildemente a los poetas que tan generosamente comparten día a día su palabra con el mundo. En un universo donde lo privado y lo público están constantemente en luchas desiguales de intereses, ofrecer la palabra, desinteresada y alegre, es un acto irrevocablemente humano.

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