pero entonces la idea de volar me asustaba
apenas era un niño o un frágil adolescente
y ella que no alcanzaba los pies de las estatuas
era sin embargo más valiente
o menos temerosa
o sencillamente era la metáfora de un pájaro
me pedía que volara
tomado de su cintura
su cintura que no era menos infinita que un durazno
ni menos dulce todavía que la saliva de una mariposa
porque hasta eso tenía
yo ignoraba que las mariposas salivaran
eso también me lo enseño un día
en que íbamos camino de la escuela
eso me divertía realmente pero volar
volar! era otra historia
muy distinta
hoy que ya no sé ni cómo se llamaba
porque que nunca le importó darle un nombre a las cosas
pienso que no me hubiera hecho tanto daño
haberle mordido un poco las orejas al cielo/

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