las sombras lentas del crepúsculo
fueron dejando en sus ojos
pájaros que se alimentaron con nervios
con pedacitos oxidados de dulzura
con terciopelos de palabras grises
con barcos que se hundieron bajo un paraguas
y rostros que no alcanzaron la hora señalada
porque un corazón a punto de inmolarse
contra las viejas tijeras de la luna
puede dar vuelta el filo a tiempo
y recortar para su propia imagen
un antifaz hecho de alegrías
que alguna vez supieron
acariciarle las manos/

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