todavía le crecían árboles todavía bosques frondosos
le salían del alma
y deshaciendo una a una las plantas de los pies de
los pechos todavía le crecían millones de hijos millones de

huertos todavía era su boca un texto en prosa una luna a
penas sino apenas distinguida mojándose los piecitos en
mi taza de café a la mañana tan temprana que daba

alegría husmear en su nombre las noticias del futuro porque
encabezando cada página se leía que en todas partes el
amor le estaba dando una paliza tremenda
a la tristeza

qué cosa tan cobarde es el mundo cuando no llora de rabia
y que suertudos aquellos

que todavía lloramos por todo

sobre todo cuando hay todavía una mujer interplanetaria
que llora con nosotros que ríe con la boca tan ancha

que del fondo de su garganta salen pájaros y payadores
que hacen del universo una cáscara de nuez pintarrajeada
por una niña de rojo y negro/

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