dos pájaros entran a una panadería
uno de ellos lleva frac
el otro un camisón de largo al tobillo
en la radio
detrás del horno para las macitas de licor
un locutor con voz grave e indisoluta
anuncia los 32 grados centígrados del día
de la fecha
de la cabeza azulgrana de todos los relojes
de centro y meso y finish américa
la empleada
una joven tailandesa de rostro enjuto y calcificado
se acerca con paso de hormigón en escabeche
se acerca tanteando debajo de su epidermis
un agujero alquitranado de utópicas quemeses
se acerca y abre los labios que para esa altura
ya sabían a melón chileno
se acerca y pregunta a los pájaros qué desean
aquí vendemos facturas artesanales
bizcochos caseros
macitas de hojaldre con gotitas de anís
o sombras alojadas a un diámetro locuaz del
universo
aten la barca al muelle susurran los pájaros
aten la ballena blanca al crepúsculo del Himeneo
aten por todos los cielos la cereza al lupanar
se tomaron de las alas y salieron del negocio
haciendo sonar los cascabeles de la puerta errante
la niña tailandesa se quitó de la boca el cinto
y comenzó a azotar los glúteos de una mosca que
andaba insinuando en Guadalquivir sus senos
con sus cosenos/

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