achina los ojos
el buik 1980 rojo
no llega
de los balcones cuelgan extensas aragabias
dulces como la carne asada de los peces del oriente
hermosas como la habitación desordenada de un hotelero.
una conjunción fortuita de palomas le detiene la mano que
estaba a punto de inclinar la sombra sobre los peldaños crudos
de la decimonona Estación Tranviaria
y el buik rojo 1980 le rebana los cuartos traseros
le deja en el sexo zumo de duraznos
no era al fin y al cabo el tanto sol una irreversible condición del hombre
no al menos de ese hombre que se llevaba siempre una lombriz a la boca.
te amo maldita sea la mesa de luz que me dejaste mojándome los dedos
es a media luz -supone- la ternura y el pronominal calambre de los años
él no dejaba nunca la llave puesta en la puerta del caballo
tiene la garganta suavizada de melón
hacía muchísimo tiempo que no se llevaba un stani a la boca
se puede encender un 1980 rojo buik con la inherente velocidad del
quiebre sintáctico con que el amor nos telefonea
para decir estamos a tres semáforos
andá delineándote las uñas
a lo mejor todo ha sido ni más ni menos que un terrible
y estrepitoso malentendido/
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