escuchar Perotá Chingó mientras intento escribir poesía es complicado.
realmente complicado.
no es que sea el fin del mundo.
no es que pasemos hambre
o debamos soportar la mirada asquerosa de un jefe sobre nosotros;
no se nos ha muerto últimamente nadie a quien amemos,
y realmente no podemos quejarnos de la suerte
de la nodriza verde agua de la lluvia que está almorzando detrás nuestro,
no, 
es solamente que 
escuchar Perotá Chingó mientras intento
vanamente
inútilmente
antediluvianamente parir ensangrentado y dulce
alegre y propulsor
un verso que valga de frutas o de pescados o cualquier otro trueque
se me hace sinceramente imposible: que un poco está bien,
un disco completo puede hacerme perder lentamente toda testosterona
todo elemento religioso, toda paloma que me venga a conversar la ceguera/ 

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