ella sapía conjugar mi nombre
una tarde masticando un apio
repitió todo el acebedario sin dejarle
un solo pelo o una sola mostaza
ella sapía cambiar los foquitos quemados
de mi nombre/ una noche de ojos verticales
se quitó de encima un acento
y lo dejó en mis manos
yo encendí el fuego y vi en la llama un
animalito que se dormía contando libros
y ella, tan bien lo sapía
que deslizando dos letras
de mi nombre hacia su boca
desde entonces
me llamo de todos los colores posibles
solo ella supió hacer en mi cuerpo su aula/

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