debés decir amor, debés decirlo
ya sé que si voy al lavadero allí está mi ropa limpia
mis zapatos acomodados, brillando de negros,
olorosos a la pomada amable que los arcilla,
gracias amor, debo andar prolijo de escuela en escuela
porque los otros profesores van de corbatas rígidas
de pantalones pulcros
de camisa sana
y nosotros, que no tenemos dineros, cuidemos al menos de eso
de la prolijidad, pero no me dejés olvidar nunca
que debo decirte amor, tengo que decírtelo
mirá
aunque yo salga hacia el trabajo a las seis y diez de la madrugada
a esperar el colectivo que nunca pasa
o pasa lleno
o no se detiene y debo correrlo hasta que la suerte del semáforo lo detenga
y camine las largas calles con la luna tocándome las manos
y vos, remoloneando dormida en el fragor de los sueños,
calentita y dulce y prisionera aún de los velos perfumados de la cama
y te despiertes luego sintiendo que hubo allí amor
aún así debés decirlo, mi anagrama, debés decir amor a cada instante
debo decirte amor por cada poro de cada cosa de esta casa
entre el olor de la comida debés decirme amor
colgando los cuadros de Rivera que no me gustan debo decirte amor
en el momento exacto y milimétrico en que cae tu vestido al suelo
y de pronto se me ofrece tu cuerpo como una abeja cristalina y salvaje
aunque veas en ese instante en mis ojos lágrimas de dolor y agradecimiento
tendré que decirte amor, el amor, así, deberé gritártelo en la cara
como si te estuviese amenazando de vida
como si te estuviera echando a la calle
debo gritarte a los ojos el amor, todo el amor
junto al libro de Historia que me compraste debés decirme amor
debés decirlo sí o sí
y siempre
siempre debo decírtelo aunque lo sepas al dedillo
aunque nos valga la redundancia en la memoria/

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