para saber que existo
miro, a veces, el fondo de los aljibes
echo dentro un grito como si tirase una piedra
y apresto el oído al zumbar del agua
entonces adivino
en la oscura cadencia del silencioso pozo
unos ojos iguales a los míos
que se abren de pronto como bocas asfixiadas
y nos quedamos atónitos
ante la misma mirada
sobre la misma existencia/

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