que el alfiler de una aguja caiga al suelo
con fragor estrepitoso
y que tus dedos, ese helado de crema
con que me tocas la cara, lo recoja
con la impericia que tus nervios les permiten
y sonrías de pronto con ese sol que sos
y que me guardes
en una mirada de pájaros azules
en una mirada me guardes la alegría
de amarte por solo ser de sonido
o de perfume
para amarte es suficiente
que aprietes
suavemente como la cabecita de un conejo
mi corazón entre tus manos/
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