textualidad de vos ...

vos sabés la verdad de esta noche, imagino que un dios mueve tus piernas y que una brújula desconoce el sur exacto donde te espero, quitándole hormigas del guardapolvo a mis años, me detengo en una vidrieda de flores y suspiro y me saben los empleados enamorado y sonríen con cierta impudicia; vos leías, acompañada de acompañamientos, versos que tarde o temprano te acercarían al conjunto involuntario de mis huesos: uno andaba andando de pies torcidos las veredas donde las niñas dibujaban con tiza monstruos desdentados que la lluvia desdibujaba éticamente; vos sabés que si me detengo frente a un escaparate de flores suspiro enamorado y las flores sonríen dadivosas de darme el color de la tierra, y también me enamoran las tuercas y los tornillos y los ferreteros maliciosos sonríen detrás de los mostradores -¡qué desimportancia!- y si me encuentro un viejo amigo que anda de traje y de corbata también me enamoro más de vos; hubo días en que tu nombre era todos los nombres de mujer habidos y por haber: te llamé celeste, te llamé gris, te llamé azul, rojo, violeta, amarilla te nombraba y los rostros se caían a la acera y los barría la hojarasca y se quedaban mis ansias y mis manos y mi sexo y el sol azteca con que te creía encontrada: todo se arremolinaba bajo la ceguera omnívora de cualquier alcantarilla de la memoria; imagino que un dios puso en su lugar tus orejas, acomodó los pétalos de tu boca, promulgó un océano oculto -que negó al mundo- en tu sexo de abeja clara donde recojo transparente y puro y agradecido la miel del día; si de pronto abro un paraguas me enamoro más y más de tu lluvia; una botella de plástico es razón suficiente para creer en vos, sabés que a veces cuando entro de costado en las rabias de la noche me basta encender la radio para saber que habito el mismo universo que te contiene y eso -al menos eso- me hace llorar de felicidad cuando me detengo frente a una panadería y el olor de sus entrañas dulces me adivina en el rostro que ando con tu rostro pegado a mi cara/