de la lluvia ...

amamos aquella lluvia
la lluvia definitiva
la lluvia que caía cuando aún sentíamos
o creíamos
o deseábamos que aquello que éramos
podía seguir sucediéndose como la lluvia
la lluvia autómata recta e indefinida
que caía en el paraguas negro brillante
debajo estábamos nosotros
sonriendo
esquivando esos charcos parecidos a sapos
a sapos que nos miraban con ojos cristalinos
y suspiraban, quizá, con cierta envidia
del abrazo circular que éramos
del beso pronominal que nos tocaba los labios
cada vez que una gota, una breve y nerviosa gota
de lluvia
te tocaba la nariz
y yo reía
y vos reías
y aquella lluvia indescifrable, arrugada en la memoria,
nos sigue cayendo encima
con inocultable desdén
por aquellos dos que habiendo sido
o creíamos
o deseábamos ser
y ya no somos
o ya no llueve/

No hay comentarios:

Publicar un comentario