agosto ...
ni el verdín del mate discurriendo en mi boca
ni el segundero verde del monstruo de la cocina
girando yendo a los tumbos como una mosca ebria
no importan las veces que he maldecido o llorado
no importa el libro de Urondo en mi mano ciega
ni la estatuilla de T-Chuik haciéndome señas en la memoria
todo se ha detenido como en una fotografía
y yo me miro en esa imagen y comprendo
que soy el fantasma de todas esas cosas
muy bien me digo
ahora no podrás ya ni envejecer
es tuyo el invierno -me digo- por derecho propio.
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