urbis ...
la sacudió como se sacude el polvo de una alfombra.
tomó dos broches.
la dejó orearse al sol durante todo un día.
llegada la noche volvió a vestírsela
estaba tibia y olía a bocinazos a balazos del viento.
no importa, pensó.
o creyó pensar.
esa noche durmió sin abrir un solo ojo.
sin soñar un solo sueño.
olfateando el humo de ciudad penetrado en su piel.
todo su cuerpo olía a Autopista Manuel Belgrano.
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