dulces ...


le puso azúcar
lo revolvió
pero ese hombre seguía amargo
como una hoja de ruda 
acudió a la miel
lo untó
lo hurtó a la noche campesina de chavicanes
pero ese hombre continuaba amargo
como el óxido de las cortinas al caer la tarde
entonces se desnudo de paños y pañuelos
le rozó con los pezones la suerte echada/ hechada
la vio alejarse por un sendero arqueado de eucaliptos
entonces sonrió
porque solamente esperaba una oportunidad
una sola
el muy solón
para echarse a morir como una piedra.


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